Lindo día fue el sábado de Pascuas como para disfrutar de una actividad al aire libre. Soleado, fresco hasta que el sol se presentó a pleno a media mañana, el ámbito de la plaza José Martí fue el ideal para la disputa de la segunda fecha del Campeonato.
Hubo una previa en la semana, el “llanto” desconsolado del ex campeón Mossato porque tenía el auto en el taller y no iba a poder llegar hasta el lugar elegido. Parece que por la zona donde vive, no hay colectivos, remise o aplicaciones para utilizar por una única vez como medio de transporte. Tanta fue la lágrima derramada que hizo “picar” a una ex gran persona como Eduardo Ruquet, que se ofreció ir a buscarlo… y lo hizo, ganándose una amplía repulsa de todos los presentes y ausentes.
La convocatoria no fue nutrida, quince pilotos se hicieron presente a la hora de la verdad. El fin de semana largo, alguna complicación particular y, sobre todo, el miedo a salir de la zona de confort de algunos por la superficie utilizada, provocaron la merma de concurrencia. Pero nunca hay que perder de vista que la calidad es más importante que la cantidad a la hora del balance, y esa calidad hizo que se produjera una competencia con muchas alternativas.
El circuito se presentaba con el piso bastante áspero, tal como lo era en el lugar que albergó el renacimiento de este juego hacia mediados de los 2000, el parque Rivadavia, sin largas rectas y con zonas que permitían tomar alguna ventaja si se quedaba bien posicionado. La incertidumbre era alimentada por la pendiente del circuito, cuesta arriba en la recta de largada, para comenzar un descenso en todo el opuesto. La falta de fuerza o un exceso de la misma, podía estropear todo el esfuerzo realizado hasta ese momento.
Cuando los autos salieron de boxes a llenar la grilla de partida, se terminaron las especulaciones, los carteles de 5, 3 y un minuto se sucedieron casi como un halo misterioso que acercaba la hora señalada y una vez que se apagó la última luz roja, el verde semáforo habilitó al pelotón a buscar su destino final.
En esta ocasión, nadie pudo hacer la carrera perfecta. Se produjeron deslices que hicieron del trámite de la competencia, una incertidumbre. En la segunda vuelta, la lucha por la vanguardia fue entre Marcelo, Raúl y Mossato, aunque el punto extra volvió a ser del campeón. Se medían, se controlaban, medían los tiros pero no aflojaban.
En conclusión, nadie se llevó el auto en una bolsa, nadie se llevó una rueda descalzada y se disputó una competencia muy entretenida y cambiante. Además, como se hizo costumbre, el clima de camaradería es el activo más logrado. En un mes, los F1 salen a la pista, veremos si al terceto más mentado lo pueden desbancar.
1 comentarios:
Excelente crónica!!!! Felicitaciones Marce!!!!!!!!!!!!
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